sábado, 14 de enero de 2012

El país en el que vivimos lo ha construido ARENA.


¿A esto le llaman cuidar de los intereses de la familia salvadoreña? Durante los 20 años de gobierno del Partido ARENA se aplicó un programa económico llamado de “Ajuste Estructural” con tres componentes:

1. Privatización de actividades públicas: banca, exportaciones de café y algodón, ingenios azucareros, empresas generadoras y distribuidoras de energía eléctrica, telefonía y fondos de pensiones, entre otras.

2. Liberalización de la economía. Las principales medidas fueron la liberalización de los precios de 230 productos de la canasta básica, de los insumos, de la tasa de interés bancaria, del tipo de cambio y del comercio importador (reducción de los aranceles). La dolarización, las facilidades a la inversión extranjera y los TLC completaron este componente de apertura de mercado.

3. Reforma tributaria regresiva, o sea, a favor de los sectores de mayores ingresos: eliminación de los impuestos a las exportaciones de café, camarón y azúcar (1992), a las donaciones y sucesiones (1993) y al patrimonio (1994), reducción del impuesto sobre la renta de las grandes empresas (de 35%[1] a 25%)[2] y sobre la transferencia de propiedades, reducción de aranceles (desde 1989 hasta hoy) y eliminación de impuestos municipales, IVA, renta y aranceles a las inversiones en turismo de más de 50,000 dólares (2005). Para que el Estado compensara una parte de los ingresos que dejaba de percibir por los impuestos suprimidos o recortados, el gobierno de Cristiani introdujo el IVA con 10% (en sustitución del timbre), la gestión de Calderón Sol lo elevó a 13% y la de Francisco Flores se lo colocó a las verduras, las frutas, los granos básicos, la leche y las medicinas. También se crearon algunos impuestos selectivos, como el de la gasolina, para financiar el FOVIAL; el de bebidas alcohólicas, tabaco y armas, para financiar el FOSALUD, entre otros.

El Programa de Ajuste redujo el peso del Estado en la economía, al quitarle empresas y fuentes de ingresos y al dejarlo sin política cambiaria y monetaria. Si bien el gobierno aumentó ligeramente su carga tributaria, de 10% a 13%, la misma se sustenta en impuestos indirectos que paga la población consumidora y en la renta salarial. A su vez, el Ajuste fortaleció a los grandes empresarios nativos y extranjeros, quienes se apropiaron de empresas públicas, pagan menos impuestos, fijan precios a su antojo y traen del exterior productos con bajos o nulos aranceles.

La cúpula empresarial, que aumentó sus capitales a través de la reforma tributaria y de la entrada de dólares por concepto de remesas, inversión extranjera y préstamos, trasladó parte de sus inversiones de la agroexportación al comercio, las finanzas, la industria maquiladora, la construcción y los servicios en general. Pero donde más invirtió fue en el comercio importador, a tal punto que hoy el valor de los bienes importados supera toda la producción agropecuaria e industrial juntas.[3]

En 20 años se consolidó un modelo económico de servicios empresariales y comerciales, sobre todo de importación, que sustituyó el modelo agroexportador cafetalero y algodonero afectado durante los años la guerra. La oligarquía capitalista obtuvo grandes beneficios, mientras la brecha entre ricos y pobres aumenta.

Y todavía hay quienes no entienden que el país en el que vivimos lo ha construido ARENA.

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