viernes, 9 de julio de 2010

La Desavenencia de la Unidad Nacional

Causa consternación ver como con el Presidente Funes se está profundizando el presidencialismo y la centralización del poder con acciones que le alejan del ideal de avenencia nacional que aspira construir. En consecuencia, el llamado que hace a las clases sociales, actores y sectores del país para la construcción de “la unidad nacional” con el ánimo de impulsar el proceso de recuperación económica y luchar contra la violencia, aparece vacío y carente de sentido.

En principio porque el esfuerzo de construir la “unidad nacional” implica co-gobernar con todas esas fuerzas representativas del país, en tanto que ésta debe fundamentarse en el diálogo, un proceso de negociación y concertación que permitan concretar pactos o acuerdos entre las más diversas posturas e intereses contrapuestos, sobre la base de un proyecto consensuado al menos en una agenda básica, para lograr abarcar la mayoría de esos diversos intereses.

Aquí reside el sin sentido y la inocuidad de este llamado, porque el gobierno está dialogando, pero no está negociando con el pueblo (y nunca lo hará so pena de sufrir un golpe de Estado como Zelaya) pero sí lo hace con la gran empresa privada (o más bien, cediendo a sus demandas), poniendo los intereses del gran capital por encima de los intereses de las grandes mayorías (como mandan las aspiraciones del capitalismo). Ha esto sumemos que en su visión de apertura y dialogo hacia los diferentes actores existe una política de alfombra roja para con el sector privado, una de indulgencia hacia el movimiento social y una de distanciamiento hacia el FMLN, lo cual no potencia la idea de unidad.

Pero aún antes de todo esto, el Presidente Funes, declarándose militante de esta “unidad nacional”, sentencia su separación del partido; faltando al respeto de la militancia en la que se apoyo para derrotar a ARENA, al tiempo que trata de limitar en todo lo posible la actividad y las iniciativas del FMLN dentro del gobierno.

Aunemos ha esto que si el movimiento “Amigos de Mauricio”, que le acompañó hasta el día de la proclamación de su victoria, se desintegra prácticamente al asumir la presidencia y que las diversas organizaciones sociales que le acompañaron durante la campaña ahora le recriminan el rumbo político y económico que le está dando al país ¿Puede entonces llamar desde su gobierno a la “unidad nacional” cuando no respetó ni fue capaz de mantener la gran alianza política y social que lo llevó al poder? El Presidente ha hecho muchas cosas, menos ser ejemplo de esa unidad que tanto aspira a liderar.

Viendo más allá de eso, aún no queda claro sobre la base de qué espera él que este llamado para encarar los problemas nacionales rinda sus frutos, cuando en nuestra realidad existe de todo, menos unidad. La gran pregunta es ¿Sobre qué la construimos? ¿El “interés nacional”? Lo exiguo de ese planteamiento es que “ese interés” es muy divergente, contrastante y polarizado desde las diversas posturas sociales, económicas y políticas del país:

La gran empresa privada, nacional y extranjera, no dará un solo paso atrás en su proyecto neoliberal, ni está dispuesta a soportar los sacrificios de afrontar la crisis financiera mundial, más aún, esta presionando al gobierno para que la carga económica de la misma, como siempre, la suba el pueblo sobre sus espaldas ¡pero el pueblo no puede seguir soportando más la infamia del capitalismo! Los legisladores en su mayoría se han convertido en mercaderes de la ley; la corrupción y el crimen organizado han desbaratado el Estado; el movimiento social sigue disperso y las izquierdas separadas; la derecha partidaria está en crisis; hasta el Presidente Funes tuvo que crear su propio movimiento social porque nadie más le aplaude.

La mayor unidad y fortaleza, hoy por hoy, la muestra el FMLN, su militancia y simpatizantes, como para encarar y detener el proyecto de la oligarquía y concretar los cambios que se prometieron, pero el Presidente se resiste a aceptar su apoyo, prefiere ver hacia otro lado, al Norte en lugar del Sur.

Superar los intereses ideológicos, individualistas, de clases, grupos, sectores y partidarios, exige imperativamente, trabajar sobre los principios universales de la ética y la justicia, con un profundo sentido de solidaridad social, algo que aparentemente es todavía más utópico que los excelsos llamados a la unidad nacional.

Si realmente se quiere al menos comenzar un proceso de reformas en el país, debe entenderse que eso implica trastocar poderosos intereses. Unidad no existirá por ahora, porque esos intereses políticos y económicos son contrarios a los del pueblo, pero éste está dispuesto a defender este proceso, a defender este Gobierno si se decide a unirse y gobernar a su lado. Porque no es posible seguir soportando la represión, la exclusión, el hambre, el frío, la ignorancia y la violencia que envuelven a la pobreza, generada directamente por las políticas del modelo neoliberal capitalista.

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