martes, 27 de julio de 2010

MERCADO vs. DEMOCRACIA

Para marcar el rumbo hacia un nuevo horizonte, en este periodo de crisis económico-social y reconstrucción (luego de tantas tormentas tropicales), es necesario que valoremos la viabilidad para nuestro país, del sistema político económico que se ha venido aplicando desde el fin de la guerra: el capitalismo neoliberal.

¿En verdad ha ayudado a la consolidación de nuestra democracia? ¿Ha creado un verdadero libre mercado que permita el desarrollo y crecimiento económico para toda la población? ¿Ha reducido la brecha entre ricos y pobres? ¿Ha mejorado las condiciones de vida para todos y todas las salvadoreñas? ¿Ha fortalecido la institucionalidad del país?


La crisis global del capitalismo, la deuda que tiene con la construcción de un Estado de Derecho; su incapacidad para distribuir la riqueza que generan hombres y mujeres, y su carácter patriarcal, dominante, excluyente y discriminatorio (Jessie Blanco, 2009)
[1] , nos obliga a hacer una reevaluación del mismo y a profundizar la relación que existe entre éste y el sistema democrático que tratamos de construir.

El estandarte del capitalismo es el libre mercado, ante el cual el Estado debe estar sometido, pues según las derechas, la dinámica de los mercados equilibra la vida social y permite el desarrollo y crecimiento económico para toda la población, sin necesidad de que el Estado intervenga, salvo para proteger las condiciones que este sistema requiera para funcionar. Pero… ¿realmente es así?


Para valorar la realidad de los planteamientos de las derechas vamos a remitirnos a las tesis de las 4 contradicciones que establece Atilio A. Boron
[2] entre los Mercados y la Democracia[3] . Para este autor la incompatibilidad de estos sistemas se expresa en los siguientes términos:

1. ¿Poder Ascendente o Descendente?
La democracia es un sistema que tiene por base la igualdad jurídica y la plena autonomía de los/as ciudadanos/as (Atilio Boron, 2000) donde el poder se construye de abajo hacia arriba (lógica ascendente) mediante la participación de las personas en la construcción de la autoridad pública, a través de diversos medios como votaciones, cabildos, debates, elección de representantes, etc. Por el contrario en el mercado el poder se concentra arriba, obedeciendo a una lógica descendente: son los grupos que se benefician con el funcionamiento del mismo quienes tienen capacidad de "construirlo, organizarlo y modificarlo a su imagen y semejanza, con criterios diametralmente opuestos a los que presiden la constitución de un orden democrático”.

De tal manera que si en la democracia el poder reside en la base popular que lo construye, de cara a la satisfacción de las necesidades de todas y todos los miembros que la componen, en el mercado el poder esta en aquellos que se benefician de él.


2. ¿Participación o Exclusión?
La lógica de la democracia es “incluyente, abarcativa y participativa, tendencialmente orientada hacia la creación de un orden político fundado en la soberanía popular” . El capitalismo, bajo la premisa del desarrollo democrático, impulsa medidas económicas de las que se benefician solamente los grandes capitales transnacionales. El neoliberalismo se ha encargado de presentar a la política y a la administración pública como algo totalmente ineficiente y corrupto, logrando de esta manera que los y las ciudadanas no participen en la discusión de los asuntos públicos, autoexcluyéndose de la toma de las grandes decisiones.

Por el contrario en el mercado no existe una dinámica de inclusión o de participación “… prevalecen la competencia, la segmentación y la selectividad, el mercado opera sobre la base de la competencia y la "supervivencia de los más aptos", y no está en sus planes promover el acceso universal de la población a todos los bienes que se transan en su ámbito […] La participación en el consumo, a diferencia de la participación en la vida democrática, lejos de ser un derecho es en realidad un privilegio que se adquiere de la misma manera que cualquier otro bien en el mercado. Si en la democracia la participación de uno exige y potencia la participación de los demás, en el mercado el consumo de uno significa el no consumo del otro”.


3. ¿Justicia o Ganancia?
La democracia al tratar de construir un poder popular que organice el funcionamiento de la sociedad y el Estado, toma como base el valor de la justicia, es decir que cada ciudadano y ciudadana dentro de una democracia al ser en esencia igual jurídicamente, tiene acceso a los mismos derechos y responde a las mismas obligaciones que todos y todas las demás, sin exclusión o discriminación por género, preferencia o identidad sexual; ni por creencias religiosas, edad, clase o estatus social, pertenencia étnica y/o capacidades especiales. En este sentido la justicia se convierte en principio generador y fin último de la democracia. “…es muy improbable y más que problemática la sobrevivencia de la Democracia en una sociedad desgarrada por la injusticia, con sus desestabilizadores extremos de pobreza y riqueza…”

Todo lo contrario al mercado, en donde la justicia es algo totalmente ausente en su propia dinámica, tanto por su estructura como por su lógica interna y los fines que persigue. Si en la democracia el principio y el fin, es el logro de la justicia, en los mercados el principio y el fin es la ganancia, “…el rédito y no la equidad. La justicia es una molesta distorsión "extra económica" que interfiere en el cálculo de costos y beneficios y que sólo puede tener un efecto paralizante en la dinámica impiadosa de los mercados”.


4. ¿Derechos o Bienes de Consumos?
A lo largo de los años, la lucha de los y las trabajadoras, las feministas, los sindicatos, los partidos de izquierda, las organizaciones que representan a diversos sectores populares han ido cosechando triunfos por los cuales “una amplia gama de exigencias y necesidades consideradas "privadas" en el capitalismo decimonónico –como la salud, la educación, la seguridad social, la recreación, etc. – se convirtieron en bienes colectivos”. Estas luchas demuestran la lógica expansiva que tiene la democracia, de tal modo que las victorias logradas por unos y otras, se extienden al resto de la sociedad, y no son logros que se restringen al sector o grupo que los alcanzó. 

Sin embargo, en la contra ofensiva del capitalismo neoliberal, se da todo lo contrario, un fuerte impulso privatizador de aquellos derechos ya alcanzados, al tiempo que se da un retroceso en la fortaleza del Estado, desprendiéndose éste de sus funciones como garante de los derechos ciudadanos, en beneficio de una mercantilización de los mismos, dándole a la empresa privada la responsabilidad de administrarlos, pero bajo una visión de productos de consumo, en lugar de derechos civiles o humanos.

“Derechos, demandas y necesidades previamente consideradas como asuntos públicos se transformaron, de la noche a la mañana, en cuestiones individuales ante las cuales los gobiernos de inspiración neoliberal consideran que nada tienen que hacer salvo, eso sí, crear las condiciones más favorables para que sea el mercado quien se encargue de darles una respuesta. Si antes la salud, la educación o el más elemental acceso al agua potable eran derechos consustanciales a la definición de la ciudadanía, la colonización de la política por la economía los convirtió en otras tantas mercancías a ser adquiridas en el mercado por aquellos que puedan pagarlas."
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Como podemos ver, las tesis de este autor, nos muestran la gran contradicción que existe entre los valores de la democracia y lo valores de los mercados capitalistas neoliberales, y como éstos, lejos de construir una sociedad donde prive la justicia, construyen sociedades consumistas y desequilibradas, donde los objetivos individuales son la obtención de ganancias que permitan el acceso a los privilegios que vende el capitalismo como libertades democráticas.

Entonces, ¿puede funcionar un sistema cuya última finalidad es el lucro, dentro de una sociedad que busca construir, sobre el pilar de la justicia, un Estado Democrático? ¿Puede el capitalismo neoliberal conducir a una sociedad donde prive la justicia, cuando para mantener su propia dinámica necesita de una masa de hombres y mujeres cuya única propiedad sea su fuerza de trabajo?¿Cuándo para mantener las multimillonarias ganancias de las transnacionales, debe mantener una creciente ansia de consumo, en una población que piensa que eso es la libertad, el consumismo de una gran cantidad de artículos suntuosos y que al obtenerlos, obtiene también una posición de prestigio y privilegio por sobre los demás que no pueden tenerlos, pues no trabajan lo suficiente para pagárselos? Esa es la libertad capitalista: el consumismo. Ni la justicia, ni la democracia son algo que entren en ese esquema, pues no generan riqueza al sopesar el principio del costo-beneficio.

Para la izquierda revolucionaria salvadoreña está claro que este gobierno no representa aún los intereses de las grandes mayorías populares, pero puede sentar las bases para la construcción de un verdadero Estado de Derecho al fortalecer al menos la institucionalidad del país, incluyendo la visión de género a sus políticas, exigiendo un verdadero trabajo y un adecuado funcionamiento a una Fiscalía General de la República o a la Corte de Cuentas; modernizando a la PNC; reformando el sistema educativo para formar hombres y mujeres analíticas y criticas que hagan algo más que adaptarse al sistema, fortaleciendo a la Universidad Nacional de El Salvador y a otras instituciones importantes dentro de un sistema democrático. Pero hay que tener claro que mientras no se cambie el sistema político económico los grandes problemas estructurales de nuestro país no encontrarán solución, ni a corto ni a largo plazo.


El camino que ha iniciado nuestra Democracia con la alternancia debe recorrerse bajo una nueva visión político-económica, que estimule el desarrollo de una economía verde, solidaria y sensible con la vida, apoyada con políticas de sustentabilidad y recuperación medioambiental, que potencien modelos alternativos al capitalista para la generación de riqueza, reevaluando al mismo tiempo la concepción de la “riqueza” que el ser humano es capaz de crear. Que desmonte el estado patriarcal y donde se apliquen políticas de seguridad, inclusión y participación político-social, sin exclusiones por género, capacidades especiales, edad, preferencia o identidad sexual o creencias religiosas y/o pertenencia étnica. Donde se fortalezca la institucionalidad estatal, para garantizar los derechos a los que todos y todas debemos tener acceso. Sólo así el desarrollo y crecimiento económico será equilibrado, justo, solidario, equitativo y amigable con el medio ambiente y el ser humano.


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1 “Las Huellas del Patriarcado y el Capitalismo en Nuestros Cuerpos y Rostros”
Blanco, Jessie. Ponencia presentada en el Centro Internacional Miranda (CIM) Venezuela, 2009. Documento en: http://www.sociologando.org.ve/pag/index.php?id=33&idn=228
2 Atilio A. Boron es profesor regular titular de Teoría Política y Social, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires desde 1986. Investigador Superior del CONICET. Director del PLED, Programa Latinoamericano de Educación a Distancia en Ciencias Sociales. Ex -Secretario Ejecutivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales / CLACSO, 1997-2006. Recientemente le fue conferido el Premio honorífico de ensayo Ezequiel Martínez Estrada de la Casa de las América por su libro “Imperio & Imperialismo. Una lectura crítica de Michael Hardt y Antonio Negri” (29 de enero del 2004).
Educación:
* 1972-76 Ph. D. en Ciencia Política, Universidad de Harvard (Cambridge, Massachusetts).
* 1967 Magister en Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales / FLACSO (Santiago, Chile).
* 1960 Licenciado en Sociología con Diploma de Honor, Universidad Católica Argentina (Buenos Aires, Argentina).

3
"Tras el Búho de Minerva. Mercado contra Democracia en el capitalismo de fin de siglo." Boron, Atilio A. Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, Argentina. 2000
Disponible en la World Wide Web: http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/buho/cap4.rtf

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